A propósito D… La gimnasia mental o neuróbica

El concepto de la psicología y de la psicoterapia está cambiando, ahora no solo se trata de hablar con el paciente para trabajar sus miedos o sus inseguridades, ahora el cerebro se nos presenta como un órgano que aprende, reaprende y desaprende para poder volver a aprender.Empezamos a ver a nuestro córtex no solo como una parte de nuestro cuerpo a la que exigirle la mayor de las proezas humanas, si no como un órgano a cuidar, a proteger, a entrenar.

Si una persona va a un gimnasio y se sube a una bicicleta, y está pedaleando durante media hora, después se va a correr durante veinte minutos sobre una cinta, pero la que se mueve es la cinta y termina con una hora de levantamiento de peso, lo vemos como algo muy sano, porque hacemos obvio que lo importante no es el acto en sí mismo, si no el beneficio que dicho acto tiene sobre nuestro físico. Médicos y otros profesionales de la salud, llevan años haciendo una campaña muy potente sobre lo bueno que es el ejercicio para nuestro cuerpo, y entendemos que el tiempo y esfuerzo invertido nos aporta un bienestar que si bien es un intangible, todos lo podemos percibir y notar como una mejora en la autopercepción física, el envejecimiento y estado de salud.

En paralelo a esta realidad pero referido a nuestra mente aparece un nuevo concepto acuñado por los neurobiólogos Lawrence Katz y Manning Rubin en 1999 que llamaron neuróbica, o gimnasia mental, y lo proponen en forma de técnica o técnicas basadas en ejercicios mentales para estimular nuestras áreas cerebrales y sus funciones. La estimulación ha de hacerse en todas las áreas y con todos los sentidos, lo que Katz postula es que nuestro cerebro se acostumbra a hacer las cosas de forma rutinaria, usando siempre los mismos esquemas mentales, circunstancia que hace que otras áreas del cerebro queden relegadas o inactivas. Así, el fin de esa estimulación es generar nuevas conexiones neuronales para lograr un mayor equilibrio mental y mejorar el aprendizaje. En esta línea, si sabemos hoy día que el modelo que formuló Cattell de inteligencia fluida (capacidad para aprender cosas nuevas y por tanto para adaptarse al entorno) e inteligencia cristalizada (capacidad para usar las experiencias vividas en ese entorno en base a redes neuronales ya creadas) se dan de forma paralela a esta idea. Así sabemos que la inteligencia fluida alcanza su máximo esplendor en la adolescencia, y posteriormente empieza a caer en todo el proceso de envejecimiento, mientras que la inteligencia cristalizada se mantiene estable y operativa en este proceso si no aparecen otras enfermedades que la deterioren.

Desde un punto de vista evolutivo, tiene sentido entender que nuestro cerebro haga en un primer momento un gran esfuerzo en aprender y desarrollar los comportamientos y conductas necesarias para integrarse y adaptarse al entorno que nos ha tocado vivir, con sus exigencias y desafíos, generando fruto de ese aprendizaje las conexiones neuronales necesarias para esos fines. Pero una vez que el proceso está realizado esa capacidad fluida se pierde pues ya no es necesaria, consiguiendo así un buen ahorro energético para la vida. Así, en principio, el paralelismo con los riesgos del sedentarismo físico parecen obvios, ya que conforme envejecemos nuestro metabolismo también tiende a ser menos activo y a gastar menos energía, aunque esa inactividad precipite el deterioro físico de la persona.

No obstante, a día de hoy no se ha podido demostrar todavía con evidencia científica la bondad de esta gimnasia mental, hay que tener en cuenta lo reciente aún de este concepto, y aunque los pronósticos son alagüeños cara al futuro, debemos huir tanto de los triunfalismos exagerados sin criterio ni base científica como del menosprecio a todo lo nuevo o diferente. Imagíne el lector a unos señores en el siglo XIX pedaleando en una bici pegada al suelo, probablemente le pondrían una camisa de fuerza. Aún y todo, seguro que la Neuróbica no va a ser la panacea que elimine el alzheimer y resto de demencias, ni la fórmula magistral que nos prolongue la vida hasta esos 120 años de capacidad genética. Pero lo que si estamos ya en condiciones de aportar con rigor es que el cerebro humano es un órgano tremendamente plástico, que nunca deja de transformarse y evolucionar, que se va adaptando día a día desde el primero hasta el último de su existencia para responder ante las necesidades y exigencias del entorno en que vivimos, y como a nuestro propio cuerpo la actividad y el trabajo son beneficiosos siempre para su buena conservación y estado de salud. En el fondo tampoco hemos descubierto nada nuevo, ya los romanos decían eso de “mens sana in corpore sano”.

Irene Córcoles Martínez. Psicóloga. Col. CM-0491
Javier Artesero García. Psicólogo Clínico . Col. CM-0507

2023-06-02 XV Jornada Regional Psicología y Sociedad (25)
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