Bajo la denominación de Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) se enmarcan la Colitis Ulcerosa (C.U) y la Enfermedad de Crohn (E.C). Ambas enfermedades afectan al aparato digestivo, inflamándolo de forma crónica y sometiendo al paciente a un tratamiento médico crónico.
Ello incluye intervenciones quirúrgicas y la necesidad, muchas veces, de un apoyo psicológico donde el paciente tendrá que aprender a convivir con su EII.
La EII es de curso ondulante -brotes y remisiones- y tiene manifestaciones intestinales y extra-intestinales, que pueden producir dolor abdominal, diarreas con o sin moco y sangre, estreñimiento, cansancio, fiebre, pérdida de peso y vientre hinchado. También pueden aparecer inflamación de ojos; dolor de articulaciones; placas rojas en el riñón etc… estos cambios pueden producir desajustes emocionales en el del afectado, siendo aconsejable el apoyo psicológico.
Os presentamos algunos consejos para aumentar el manejo psicológico de la EII:
1.- Afronta la enfermedad como un reto, dado que en fases iniciales del diagnóstico de una EII, el sentimiento de pérdida o amenaza que tal diagnóstico supone para algunos sujetos suele desencadenar distintos estados de ánimo. Tolerar estos estados como parte de un proceso inicial para después generar una actitud de “desafío” y “reto” hacia la superación de la EII va a posibilitar que no sea nuestra EII quien controle nuestra vida. Además de esto, una actitud resiliente -la capacidad para sobreponerse a las adversidades y salir fortalecido- posibilitará una mejor adaptación a los cambios, favoreciendo el bienestar emocional del afectado.
2.- No te resignes, acéptalo. Aceptar nuestra EII es aceptarnos a nosotros mismos con todo lo que ello conlleva. Una vez asimilemos esto podremos cambiar nuestra actitud hacia la EII. La resignación nos aparta de emprender acciones efectivas contra nuestra EII, a ser descuidados con los tratamientos; a no asistir a citas o realización de analíticas; a mantener hábitos poco saludables etc…
3.- Desbanca el mito. La EII no es una enfermedad psicosomática. Hay unas lesiones orgánicas y los brotes o fases más activas se desencadenan independientemente del estrés. Otras veces este estrés coincide con los “brotes”- alta actividad intestinal-, afectando negativamente a la recuperación del afectado, dando la sensación de que es el propio afectado quien se produce, con su peculiar estilo de pensar, la EII. Manejar esta información desbancará el mito y posibles sentimientos de culpa del afectado.
4.- Habilidades sociales y asertividad contra los tabúes de la EII. Saber comunicar cómo repercute nuestra EII en nuestro estado de ánimo a nuestros allegados y en las distintas áreas donde nos desenvolvemos, sin caer en el victimismo absoluto o en el estoicismo radical, nos ayudará a saber salir airosos de situaciones embarazosas, y sobre todo a no evitarlas, afrontándolas con eficacia, librándonos de los “tabúes”.
5.- Nosotros tenemos la llave contra el “estrés”. En etapas donde la EII está más activa o en brote, jerarquizar y priorizar las tareas de nuestra agenda en función de cómo nos encontramos y no de la repercusión que éstas puedan tener en otros ámbitos, nos será útil y adaptativo, sobre todo para aumentar nuestra tolerancia a la frustración y manejar mejor nuestro “estrés”. El sentimiento de culpa que se desprende cuando no alcanzamos nuestras metas ha de favorecer actitudes y pensamientos adaptativos como el siguiente: no se trata de hacer más, sino lo propio según las circunstancias, y aunque poco, de calidad.
6.- Respétate y quiérete. Nuestro diálogo interno, el cómo nos hablamos y tratamos a nosotros mismos, influye en nuestro comportamiento y en la percepción de nuestra EII. Quiérete por encima de todo y preserva tu autoestima, pues es la mejor baza que tenemos.
7.- Abre la “caja de herramientas”, y elige la herramienta apropiada. Cualquier acción o pensamiento que favorezca una actitud positiva aumentando nuestra calidad de vida ha de ser utilizada: una dieta equilibrada; ejercicio físico según toleremos; evitar hábitos tóxicos; tener buen sentido del humor; premiarnos por los pequeños logros del día a día; y sobre todo ser ejemplo para otros afectados con una EII.
8.- Empodérate en tu EII. Observa con detenimiento aquellas cosas que te “sientan” bien para nuestra EII y haz de ello un hábito. No ser “veleta” de nuestra EII y tomar parte preguntando dudas; participando en la toma de decisiones terapéuticas a nivel psicológico y médico y recabando información psicoeducativa aumentará el manejo sobre tu EII.
9.- Da valor a lo que haces. Motívate. Muchas veces, el afectado por una EII en su afán de demostrar su valía intenta rendir en su trabajo conforme a sus iguales. “Aprender e interiorizar” que nuestras jornadas laborales tienen asignado un “doble valor” es importante, puesto que tenemos que igualar nuestra productividad aun cuando sabemos que las circunstancias no son las mismas. A doble esfuerzo, doble mérito. Recuérdalo.
10.- Filosofía de vida. Las situaciones a las que se ven expuestos muchos afectados por una EII dadas las sucesivas intervenciones quirúrgicas de carácter crónico, les obliga a plantearse muchas incógnitas relacionadas con su futuro…Todo ello puede revertirse en su contra o formar parte de un constante aprendizaje vital donde, además de tolerar las fases complicadas de la enfermedad, se extraigan unas conclusiones que pueden guiar nuestra actitud ante la vida a pesar de padecer una EII.
“La vida es potencialmente significativa hasta el último momento, hasta el último suspiro, gracias al hecho de que se pueden extraer significados hasta del sufrimiento”.
V. Frank.“Logoterapia”.
Rafael Cebrián Martínez.
Psicólogo. CM 01919